El emblema por testigo.
Si bien el caso chileno tiene mucho de la situación general de América Latina, comporta una especificidad. El sistema político chileno prescinde de ideario y de su correspondiente proyecto de transformación social. Es un sistema incapaz de cuestionar su infraestructura pues depende totalmente de ella; la unidemensionalidad le impide enjuiciar su fuente de poder, simplemente porque su existencia es equivalente a un circuito electrónico, sencillamente existe. Los políticos como técnicos son objetos, maquinitas maquineras en medio de un sistema tecnológico, por ende: no hay causas, menos sospechas, nunca juicios.
El ser hoy, pasa por refundar, abrir espacios, ganar la territorialidad social y política para la critica, el enjuiciamiento, el debate y la propuesta intercultural, con poder, espacio, y realismo en la puerta de la casa, aun más, es probable que adentro mismo del hogar, quizás en los televisores: unos de los dispositivos de gobernabilidad más omnipresentes en el Chile de hoy.